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Los escoceses y los godos en Euskal Herria, los suecos en Suiza (II/III)

Raul Guillermo ROSAS VON RITTERSTEIN

“...si es la vida el ensueño de una siesta,
si la historia es leyenda o es patraña.”
(Unamuno, Soneto LIV, 1.925)

Pero, como señalábamos, esto no es de ningún modo una característica peculiar de los señores vizcaínos en su pugna por autojustificar retroactivamente su dominio en el siglo XV tardío. En otras tierras que, al igual que las vascas, son tenidas muchas veces por el sitio más antiguo de la democracia en Europa Occidental, se recurría a las mismas ideas, a prácticamente los mismos antepasados supuestos para iluminar los espacios obscuros de la historia no documentada. Como podremos ver, y como veníamos diciendo, los grupos humanos tienen sin duda más cosas en común de las que normalmente ellos mismos pueden llegar a imaginar y el humani nihil a me alienum puto de Terencio conserva toda su vigencia.

En efecto, ya avanzado el siglo XV, un cronista y religioso suizo, Eulogius Kiburger,1 que moriría en 1506, publicaba su “Vom Herkommen der Schwyzer und Oberhasler” (“Sobre la ascendencia originaria de los suizos [en este caso el gentilicio hace referencia a los habitantes del cantón de Schwyz, que daría luego su nombre al país y por extensión a los de los otros tres Cantones del Bosque] y los del alto Hasli”), un agregado al documento asimismo de su autoría, conocido como “Crónica de Stretling”. El bernés Kiburger nos relata una interesante historia que llegó luego, con pequeñas variaciones al uso, a ser por largo tiempo parte del imaginario y la leyenda suizas. El núcleo principal de la misma es muy sencillo, prácticamente lineal: en la lejana Suecia de fines del siglo IV, una catástrofe genera una hambruna extendida y, ante la incapacidad de los recursos de la tierra para dar sustento a todos sus pobladores, una decisión comunitaria expulsa del país a cierta cantidad de éllos. Los forzados emigrantes deciden ponerse en marcha hacia el soleado sur, dejando las obscuras tierras nórdicas. En su camino llegan a los Alpes y se instalan allí, seducidos por el paisaje, con el beneplácito del conde de Habsburgo,2 dueño original de todas esas tierras. Esos seis mil suecos y mil doscientos frisios que se habían anexado a la migración, llamarían al nuevo país “Suitia” en homenaje a su patria original, o a algunos de sus caudillos, y de allí, Schwyz mediante, se llegaría a Suiza.

Foto: Tell Jeeves

Foto: Tell Jeeves.

El modelo tiene reminiscencias: una catástrofe original, un grupo humano, de alguna forma selecto, que se aleja y se ubica en una bella región montañosa, en fin, algo que puede resultarnos conocido en las creaciones míticas acerca de los protovascos en su visión más o menos romántica. ¡Pero esto se escribía a mediados del siglo XV! El trabajo de Kiburger gozó sin duda de difusión, al mismo tiempo que fue combatido por otros eruditos,3 pero con los años el nombre de su autor se fue perdiendo en los meandros de la historia, hasta el punto de que por mucho tiempo el escrito en el cual Kiburger desarrollaba su interesante concepción del poblamiento suizo fue atribuido a otro cronista coterráneo mucho más famoso, Hans Fründ,4 y solamente una larga exégesis puso las cosas en su lugar. Al mismo tiempo que se desvanecía el real autor, la leyenda ganaba espacios en el imaginario popular, como suele ocurrir en tales casos como condición necesaria, y aún lo hacía entre ciertos investigadores y conjuntamente con la atribución de su autoría a Fründ, se incorporaba al tesoro general de leyendas populares cantonales,5 gozando de tanto éxito y credibilidad como para llegar a formar parte en un tiempo del basamento “consuetudinario” de algunos aspectos de la legislación cantonal y de las justificaciones posteriores de actitudes políticas y religiosas de las comunidades suizas,6 algo similar, en cierta forma, a la carrera del cántabro –tubalismo entre los vascos de siglos pasados. Diversos agregados a la materia original “aclararían” aún más el viaje de los suecos hacia el Sur, suponiendo algunos que en realidad se dirigían a Roma, que sus conductores, hermanos, lucharon entre ellos hasta que uno de los dos, Swjt, mató al otro y bautizó con su nombre propio a la tierra que ocuparon, etc. Todos mitemas que surgen una y otra vez en las leyendas, si bien en este caso especial es fácil percibir las reminiscencias de la historia de la fundación de Roma, no en vano hacia esa ciudad se dirigían supuestamente los migrantes.

Un resultado, naturalmente inesperado, de la creación de Kiburger, se vería mucho después de su redacción original, cuando en los tiempos de la terrible Guerra de Treinta Años, al parecer la diplomacia de Gustavo II Adolfo de Suecia buscaría sumar a los suizos a su partido haciendo hincapié en la supuesta herencia común de ambas naciones... Más allá de la verosimilitud de esta historia, es innegable que muchos viajeros y funcionarios suecos se sorprendieron al hallar que en Suiza corrían esas leyendas.

Foto: Spigoo

Foto: Spigoo.

Como podemos ver, una narración interesante y que en cierta manera nos parece como algo ya visto, oído, conocido, para el caso de Euskal Herria, aunque a no dudarlo los creadores suizos tuvieron en este caso la precedencia sobre los vascos de siglos más tarde, pero, ¿qué pasa cuando tomamos en consideración las obras de Lope García de Salazar, casualmente de la misma época que Kiburger? Casi al mismo tiempo el banderizo encartado escribía sobre un tema muy similar seleccionando como antepasados a los mismos nórdicos a los cuales apelaba el clérigo suizo. Y aún los motivos no eran muy distintos. De hecho no es posible que Lope García de Salazar contara en su para el momento voluminosa biblioteca con el texto de Kiburger, que vió la luz a fines del siglo, cuando Salazar moriría asesinado como sabemos, por 1.476.

Sigamos con todo por un momento más hablando respecto de la leyenda creada por Kiburger. La investigación erudita que demostraría de dónde se había originado la historia que ya formaba parte del tesoro general de narraciones populares suizas, recibiría otro interesante aporte con los trabajos de Vetter, quien publicaba en 1.877 en la Universidad de Berna un estudio en el cual aventuraba la posibilidad de que en realidad la historia, mas allá de la exposición de la Crónica de Kiburger, conservara muy deturpados materiales de narraciones del tiempo de las migraciones germanas, en particular las de las tribus alamanas (las luchas de los emigrantes antes de llegar a la actual Suiza, por ejemplo, serían la memoria de la resistencia, en un principio exitosa, que el avance alamán encontró de parte de fuerzas romanas ubicadas en ese territorio, en especial a lo largo del curso del Alto Rhein), de las cuales se conservaría apenas la línea general del recuerdo de ciertos pueblos que en efecto habían llegado a Suiza desde el Norte. Este es el punto común de la en principio sorprendente relación de similitud entre estas leyendas suizas y vascas, es decir la construcción en la Edad Media, sobre una base real ya perdida en el tiempo, las extensas migraciones de pueblos nórdicos hacia el Sur europeo, de historias cuasi fabulosas que buscan, siguiendo la norma tan común en el momento, encontrar los precedentes, puesto que para la concepción medieval todo tiene una razón y, más aúnuna finalidad transcendente, cosa que ya señalábamos al principio de este artículo.7

Bibliografía:

Bechstein, Ludwig: “Rheinsagen”, H. Schaffstein Verlag, Köln, 1912, y Project Gutenberg Urbana 2003 6000 fae5112d Public Domain.

Bilbao, Jon: “Sobre la leyenda de Jaun Zuria, primer señor de Vizcaya”. Amigos del país hoy, Adiskideen elkartea, gaur. Bilbo, 1982.

Boesch, Bruno: “Zweimal 850 Jahre Alemannisch”, Badische Heimat Ekkhart-Jahrbuch 1.971, pp. 75/85

Bruckner, Albert (bearb.): “Das Herkommen der Schwyzer und Oberhasler”, Quellenwerk zur Entstehung der schweizerischen. Eidgenossenschaft III,2,2, Aarau 1961.

Erkoreka, Andrés: “Los Vikingos en Euskal Herria”, Ekain, Bilbo, 1995.

Fründ, Hans: “Die Chronik des Hans Fründ”, herausgeg. von Christ. Imm. Kind, 1875.

“Vom Herkommen der Schwyzer”, herausgeg. von H. Hungerbühler (in den Mittheilungen des Histor. Vereins in St. Gallen, N. F. 4. Heft) u. von J. Bächtold in der Bibl. älterer Schriftwerke der deutschen Schweiz. – M. v. Stürler im Anzeiger f. Schweiz. Geschichte, F. II, 239 ff. Vischer.

Kiburger, Eulogius: “Die Stretlinger Chronik. Ein Beitrag zur Sagen- und Legendengeschichte der Schweiz aus dem XV. Jahrhundert. Mit einem Anhang: Vom Herkommen der Schwyzer und Oberhasler”. Hg. von J.Baechtold. Frauenfeld, J. Huber 1877 (Bibl. Älterer Schriftwerke der Deutschen Schweiz 1).

Larrañaga Elorza, Koldo: “W. von Humboldt y el proceso de definición de Euskal Herria como sujeto del discurso historiográfico”, en: RIEV 41, II, 1.996, pp. 477-510.

Lienert, Meinrad: “Die Herkunft der Schwyzer”, Schweizer Sagen und Heldengeschichten, Stuttgart 1915 (Sagen.at, korrekturgelesen von Stelzhammer, Bettina).

Marchal, Guy P.: “Die frommen Schweden in Schwyz: das ‘Herkommen der Schwyzer und Oberhasler’ als Quelle zum schwyzerischen Selbstverständnis im XV. und XVI. Jahrhundert”. Basel, Helbing & Lichtenhahn, 1976.

Müller-Lückner, Elisabeth (Herausgeber Klaus Schreiner): “Laienfrömmigkeit im späten Mittelalter”, Laity, 1.992 Schriften des Historischen Kollegs Kolloquien 20.

Ratzel Friedrich: “Völkerkunde”, Band I, Leipzig und Wien, 1901.

Rochholz, Ernst Ludwig: “Eidgenössische Lieder-Chronik. Sammlung der aelthesten und werthvollsten Schlacht-, Bundes- und Parteilieder...”, Fischer, Bern, 1.855.

Tobler, Ludwig: “Schweizerische Volkslieder”, Frauenfeld 1.882/4; Olms Hildesheim/New York,1975.

Vvaa: Liber Sancti Jacobi, “Codex Calixtinus”, Xunta de Galicia, Pontevedra, 1.992.

1 Las primeras menciones acerca del autor lo nombran, en 1.439 al servicio de los condes de Bubenberg; es por 1.446 párroco de Einingen y en 1.456 de Worb. Durante este último período comienza a redactar su Crónica.

2 Este décalage histórico acerca de un conde de Habsburg ¡en el siglo IV! tiene, bien visto, el mismo sentido general de toda leyenda. La poderosa familia que tantos emperadores y reyes diera, debía tener parte en la construcción de la historia como un garante más de la misma.

3 Como Felix Hemmerlin —“Malleolus”— (1.388-1.458/61?) (“De nobilitate et rusticitate dialogus”, hacia 1450), quien sostenía que los suizos originales eran en realidad descendientes de los paganos sajones deportados por Carlos el Grande durante sus guerras de conquista y conversión religiosa en el Norte de Alemania. Con todo,la obra de este erudito zuriqués que terminaría sus días enclaustrado por desobediencias, además de haber tomado partido con la facción perdidosa durante la Guerra Vieja de Zürich (1.440-1.446, guerra entre Zürich y el cantón de Schwyz, originada en el problema sucesorio ocasionado por la muerte en 1.436 del último conde de Toggenburg.), no llegaría jamás a hacer prevalecer su teoría sobre la de Kiburger. Es interesante destacar que, para Hemmerlin, el nombre de suizos, —Schweizer—, provenía del verbo alemán schwitzen, sudar, dado que los sajones habían sudado sangre en los servicios que como guerreros rindieron al emperador Carlomagno el cual, en compensación, les otorgaría la bandera roja con la cruz blanca. La derrota de Zürich en la Guerra Vieja de Zürich, contribuiría no poco a la caída en desgracia de la propuesta de Hemmerlin frente a la de Kiburger, miembro además de la facción vencedora.         

4 (1.400?-1.469) Conocido por su crónica de Zürich y sus interesantes consideraciones acerca de las cacerías de brujas llevadas a cabo en su país. Seguramente el mismo peso como cronista de Fründ sería el que llevaría a la atribución a su persona del trabajo de Kiburger. Con la bendición del famoso Egidius Tschudi, el llamado “Herodoto de Suiza”, y autor del “Chronicon Helveticum”, la falsa atribución de autoría comenzaría su camino.

5 Véase una versión de la leyenda folklórica en traducción propia como apéndice a este artículo.

6 “Todos ellos confirmaron y protegieron a la Iglesia católica romana. Sus primeros antepasados habrían sido declarados libres y premiados con símbolos cristianos por parte del Papa y el emperador, los mismos signos que luego incorporarían a la bandera del país. Con esto se hace referencia a una leyenda que aparece en la segunda parte del ‘Herkommen der Schwyzer und Oberhasler’ y que se supone tiene lugar alrededor del año 387 dJC con el Papa Zósimo y los emperadores Teodosio y el posterior Honorio —en cualquier caso, Zósimo no había ascendido al solio pontificio todavía—. Para nosotros un mito justificativo de la existencia de una bandera que se enmarca dentro del espacio más amplio de las leyendas de la libertad de las comunidades suizas, para los creyentes suizos del siglo XVI hasta el XIX, cientos de años de seria y sangrienta historia de país.”

(“Das Herkommen der Schwyzer und Oberhasler”, bearb. von Albert Bruckner (Quellenwerk zur Entstehung der schweizerischen Eidgenossenschaft III,2,2, Aarau 1961). Baechthold, en la primera edición moderna de la Crónica nos da su sensación al respecto: “[una crónica] ...que realmente puede alegar pocas pretensiones de valor histórico pero que, así como lo muestra ‘el origen de los suizos’, nos enseña cómo se comenzaba, en el siglo XV, a hacer la historia de Suiza.” (Kiburger, Eulogius: “Die Stretlinger Chronik. Ein Beitrag zur Sagen- und Legendengeschichte der Schweiz aus dem XV. Jahrhundert. Mit einem Anhang: Vom Herkommen der Schwyzer und Oberhasler.” Hg. von J.Baechtold. Frauenfeld, J. Huber 1877, Bibl. Älterer Schriftwerke der Deutschen Schweiz 1 Prólogo, p. 5)

El mismo Schiller se hace eco de estas historias en el segundo acto de su drama “Wilhelm Tell”.

7 En las aclaraciones de Rochholz a la “Das ostfriesen Lied der Oberhasler” en: “Eidgenössische Lieder-Chronik”, publicadas en el año 1.855, se leen varios puntos notables acerca de las formas de origen y desarrollo de esta leyenda, de acuerdo a cómo se podía considerarla en aquel momento. Nos ha parecido interesante destacar de todos los datos que cita, estas palabras que, como ya hemos tenido oportunidad de mencionar algunas veces a lo largo de este trabajo, nos traen un eco de cosa conocida para los vascos: “Jornandes continúa la saga: ‘desde Escania vinieron los godos en el tiempo antiguo. Su rey era Berig y tenían tres caudillos: Respa, Veduco y Thurwaro, con los cuales emigraron a bordo de tres naves.’ - Todavía se mantiene en Hasle la leyenda según la cual tres de los linajes de la región descienden  de esos tres jefes que dirigieron a la colonia de emigrantes hacia el valle. De entre esos linajes, von Beringer, von Weissenfluh y Stocker, el primero ya hacia el principio del siglo XV utilizaba un sello en el cual el tridente significaba la ascendencia marinera.” (“Eidgenössische Lieder-Chronik. Sammlung der aelthesten und werthvollsten Schlacht-, Bundes- und Parteilieder...”, Ernst Ludwig Rochholz, Fischer, Bern, 1.855, p. 400.)

 

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